Hª EDAD MEDIA Península Ibérica: el reinado de Alfonso VII el Emperador. La independencia de Portugal y Navarra. La unión de Aragón y Cataluña

El reinado de Alfonso VII supone una reorganización total de los reinos cristianos en la Península Ibérica. Durante este reinado se produce: la independencia de Portugal, la independencia de Navarra (que había sido invadida y repartida en tiempos de Alfonso VI), y la unión entre Cataluña y Aragón. La balanza de las fuerzas va a oscilar hacia el Reino de Aragón y hacia Portugal, que eran mucho más sólidos en cuanto a que no sufrían tantas disputas y reyertas internas. 

Veamos crónicas y bibliografía para Alfonso VII, para toda aquella persona que quiera profundizar más en la figura y tiempo de este rey:
  • Chronica Adefonsi imperatoris”. Editado por Luis Sánchez Belda, Madrid, 1950. Es la crónica original en latín que se escribió en el siglo XII.
  • Crónica del emperador Alfonso VII. El reino de León en la alta Edad Media”. Tomo IV. “La monarquía (1109-1230)”. Es la traducción en Castellano de la crónica citada anteriormente. La crónica es anónima, parece ser que es un obispo quien la compone, narra hasta la conquista de Almería. Su visión es conservadora, una visión providencialista. 
  • Recuero Astray, M., “Alfonso VII el emperador. El imperio hispánico en el siglo XII”. León, 1979. Es una fuente secundaria, un libro de nuestro tiempo.
  • José María Lacarra “Alfonso el batallador”. Zaragoza, 1978. Este libro es interesante para ver al padrastro de Alfonso VII, ya que ambos reinados serán simultáneos en la época y se influirán mutuamente.


1. Alfonso VII (1125 – 1134): primera fase de su reinado


Tras la muerte de su madre Urraca en el 1126, se convierte en el primer dinasta de la casa de Borgoña, asumía en León el título imperial. Se extingue en su persona la dinastía vascona (descendientes todos de Sancho III el Mayor de Navarra). 

¿Qué va a hacer Alfonso VII cuando llegue al trono, cuál es su principal prioridad? Reunificar Castilla, además de los problemas del título imperial de León, ya que al controlar Alfonso el Batallador parte de Castilla, también tenía esa derechos sobre la dignidad imperial. Recordemos que cuando Alfonso el Batallador repudió a su mujer Urraca (madre de Alfonso VII), se quedó con importantes plazas fronterizas castellanas, como Burgos y Carrión de los Condes.
Alfonso VII se puso como primer objetivo recuperar las plazas castellanas todavía en manos aragonesas de su padrastro
En 1127: atacó Burgos. El batallador acudió en defensa de la ciudad, pero no hubo lucha entre ambos, porque medió la nobleza, imponiendo el acuerdo. Paces de Támara de 1127. Alfonso VII recuperó todas las plazas castellanas con excepción de Castrojeriz (las más importantes que recuperó Carrión de los Condes y Burgos). Pero Alfonso VII tuvo también que ceder plazas a el Batallador, así que le entregó las conquistas de Sancho II en el valle del Ebro, que quedaban anexadas a Aragón, lo que implicaba legitimar a Aragón sobre su posesión sobre el reino de Zaragoza (conquista que había hecho el batallador de Zaragoza).
Por su parte, el Batallador renunciaba, a cambio de este reconocimiento sobre Zaragoza, al título imperial, quedando claro a partir de ahora que solo León sería la continuadora de la tradición visigótica y el título imperial.
San Hipólito el Real de Támara, en Támara de Campos, provincia de Palencia
(Autor foto: Tuispi Fuente: wikipedia)
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Resuelta esta cuestión, Alfonso VII acometió un segundo objetivo: someter a su obediencia a los nobles, que tras la muerte de su madre, no lo reconocían como conde de Castilla y León. Los dos huesos duros de roer que se opusieron a Alfonso VII fueron: 
  • Pedro de Lara (castellano). 
  • Gonzalo Peláez (asturiano). 
Someter a estos magnates tan poderosos, le llevó muchos años al joven rey. 

Tras eso, su tercer objetivo va a ser afrontar los problemas portugueses de índole secesionistas, problemas provocados por su Tía Teresa condesa de Portugal, viuda de Enrique de Borgoña, la cual andaba en amoríos con el conde de Traba y en ocasiones se intitulaba reina. 
El hijo de su tía Teresa condesa de Portugal (obviamente su primo), se llamaba Alfonso Enrique, y se intitulaba Princeps del territorio portucalense, y se conducía de modo independiente. 
En 1127 Alfonso VII invadió Portugal, llegando hasta Guimaraes (era la capital y corte del condado), y los caballeros al saber que llegaba el emperador, le rindieron vasallaje a Alfonso VII, todos a excepción de Teresa y el conde de Traba. Acto seguido se va a enfrentar su tía Teresa contra su primo Alfonso Enrique, este último a favor de su primo Alfonso VII. A pesar de ser Teresa ayudada por el conde de Traba, en el enfrentamiento de 1128 derrotará Alfonso Enrique a su madre Teresa, que tendrá que huir a Galicia, donde allí fallecería en 1130. A partir de esa fecha, Alfonso Enrique queda como único señor de Portugal, y es así de momento como queda la cuestión portuguesa. Alfonso Enrique se mantendrá leal a Alfonso VII, pero se rebelará cuando este último fallezca.

El desposorio de Alfonso VII: se va a buscar un aliado, que lo va a encontrar en Ramón Berenguer III, el conde de Barcelona, sobre todo contra Alfonso el Batallador, y para afianzar más esta alianza con el conde de Barcelona, Alfonso VII decide consolidarlo con un matrimonio desposándose Alfonso con Berenguela, que era hija de Ramón Berenguer III. 
El objeto de desposarse es atenazar por completo a Alfonso el Batallador, y a ser posible dejarle encerrado territorialmente hablando, impidiéndole la expansión militar.

Todas estas cuestiones que acabamos de ver son las de su juventud, los 12 primeros años de su reinado.


2. Alfonso VII (1134 - 1157): segunda fase de su reinado


Esta segunda parte del reinado viene marcada por la muerte de su padrastro Alfonso el Batallador. ¿Por qué importa tanto la muerte del rey aragonés? Porque Alfonso VII va a ambicionar el reino de Zaragoza, que es lo que había conquistado Alfonso el Batallador, además de otras tierras. Con la muerte de El Batallador cambiarán muchísimas cosas en la Península.


A) EL REY MONJE DE ARAGÓN Y LA CUESTIÓN ZARAGOZANA
Alfonso el Batallador fallece el 7 septiembre en 1134. Se produce una situación confusa sobre una parte de su herencia. Alfonso VII aprovecha para afirmar su derecho sobre un montón de territorios: 
  • Como rey de Castilla que es, va a exigir derecho sobre las tierras castellanas, vascas y riojanas que el Batallador retenía aún tras el reparto que se hizo con las paces de Támara. 
  • Va a reclamar y afirmar su derecho sobre el reino de Zaragoza, que había sido en época musulmana taifa vasalla de Castilla. 
  • Va a aprovechar la situación para afirmar su derecho sobre lo que pudiera tocarle como hijastro del difunto.
Pero va a haber un problema grave que no se había dado nunca hasta ahora, y es que Alfonso el Batallador tuvo la decisión testamentaria de dejar todo el reino de Aragón a las órdenes militares de oriente, como los cruzados. Nadie iba a respetar un testamento donde se donaba el reino a los cruzados, pero la Iglesia va a sacar tajada de esto, ya que en última instancia las órdenes militares dependían del papa de Roma.

Los nobles que vivían en El Viejo Aragón (Sobrarbe y Ribagorza, Jaca, Huesca y Ansó), no pensaron ni en un segundo perder su primacía política y quedar bajo las órdenes de unos caballeros templarios, así que sacaron del claustro a Ramiro el Monje, hermano de Alfonso El Batallador, y fue consagrado en la ciudad de Jaca con el título de rey de los aragoneses, además de que ya era obispo de Roda y Barbastro. Por todo esto, tenía el mayor derecho a suceder en el reino patrimonial a su hermano, Aragón.
Ramiro II el Monje rey de Aragón - Imagen de dominio público
Reacción a este nombramiento: más confusión todavía, puesto que los navarros no aceptaron la solución de coronar al anciano obispo-monje como rey de Navarra (pensemos que territorialmente Navarra justo ahora no existe, Navarra había quedado repartida desde Alfonso VI). Por consiguiente, los navarros decidieron recuperar su independencia perdida y nombrar monarca a García Ramírez el Restaurador, biznieto por línea bastarda de García IV de Nájera.
En resumen: los navarros sacan su propio rey, los aragoneses hacen a un monje rey, y en cambio, el hijastro del difunto que era Alfonso VII, se quedaba sin nada. 

Ante todo esto, Alfonso VII se sintió ultrajado y dejó que hablaran las armas: 
  1. Sitió Vitoria (ciudad que basculaba hacia la órbita navarra) y allí recibirá por vasallo a García Ramírez el Restaurador (el rey navarro se convierte en su vasallo).
  2. Ocupa Nájera, y luego se dirige a Zaragoza, y aquí Ramiro II el Monje (el nuevo rey  de Aragón), aconsejado por nobles y obispos, le salió al encuentro y le entregó las llaves de Zaragoza el día 26 diciembre de 1134, día que Alfonso VII hizo su entrada triunfal en Zaragoza, confirmando a los nobles aragoneses sus privilegios, y a continuación prometiéndoles que defendería Zaragoza contra los almorávides como había hecho su padrastro. 
Pero el rey de Aragón entendió que no podía quedarse de brazos cruzados. Si no hacía nada, poco a poco Alfonso VII lo acabaría ahogando a Aragón, entre la expansión de Castilla y los condados de Cataluña. Así que Ramiro II el Monje fue a Besalú (en la provincia de Gerona) y allí se desposó con Inés de Poitiers en enero de 1136, hija del duque Guillermo IX de Aquitania. Se desposó sin mediar dispensa pontificia, es decir, no avisó ni tuvo en  cuenta al papa, por lo cual el papa Inocencio II, indignado, ordenó a Alfonso VII el emperador que entregase el reino de Zaragoza a las órdenes militares de oriente, ya que así el jefe de Zaragoza sería el propio Papa (al ser el jefe de los templarios), y de esta forma el Papa impediría a Aragón pasar por las tierras de Zaragoza para continuar la expansión al sur, con lo que en última instancia el reino de Aragón quedaría totalmente encerrado entre Castilla al oeste, Cataluña al este, Francia al norte, y Zaragoza de los templarios al sur. 
Pero Alfonso VII el emperador se negó a obedecer al Papa y dar el reino de Zaragoza a las órdenes militares, ya que Alfonso VII prefería tener en Aragón a un rey vasallo débil a quien controlar (como el rey de Navarra o Ramiro II el Monje, uno de los dos), que no tener por frontera a las órdenes militares fieles y obedientes a los dictados del Papa y ajenos a su poder y jurisdicción real. 
La contestación que dio Alfonso VII al Papa fue dar a García Ramírez el Restaurador de Navarra la investidura del reino de Zaragoza, a cambio de que el rey de Navarra se volviese a declarar vasallo. Ya de esta forma estaba ligado el rey de Navarra por dos juramentos al de Castilla: un juramento en Vitoria, y el segundo a causa del reino de Zaragoza. De esta forma, dando Zaragoza a Navarra, Alfonso VII se desentendía del Papa quien no podría reclamarle nada, pero a la vez podía controlar Zaragoza puesto que el rey navarro era muy débil militarmente.

Llegado a este punto, Alfonso VII se encontraba en el cénit de su poder. Decidió celebrar una ceremonia de coronación imperial con 30 años, en mayo o junio de 1135. Para ello convocó y celebró una gran asamblea en la catedral de León, asamblea a la que asistieron los representantes del poder eclesiástico, y por otra parte los representantes de los poderes temporales. Y de esa asamblea todos acordaron proclamar emperador a Alfonso VII los siguientes gobernantes:
  • El rey García Ramírez de Navarra y Zaragoza. 
  • El rey taifa musulmán llamado Zafadola -Sayf al-Dawla), que gobernaba en Rueda de Jalón.
  • El príncipe Alfonso Enrique de Portugal.
  • El conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. 
  • Los condes de Tolosa, Gascuña y otros del mediodía francés. 
Alfonso VII fue coronado teniendo a su diestra al rey de Navarra (representante del temporal) y a su izquierda como representante eclesiástico al obispo de León. Era esta ceremonia por lo menos a nivel de liturgia, la culminación del feudalismo peninsular, y a partir de ahí ya todos estos grandes empiezan a desempeñar funciones vasalláticas con respecto a Alfonso. El conde de Barcelona le sustentaba la espada del rey (en la ceremonia), otros reyes las espuelas cuando monta a caballo...etc., para demostrar la calidad imperial, estos pequeños gestos demostraban el vasallaje a su gran señor. A partir de entonces los cronistas árabes le llamaron (a Alfonso VII) "el Sultanito", dicho con rentintín, dado el gusto que tenía por este tipo de ceremonias ostentosas. 
Tras la proclamación imperial, se va a encontrar con un primer problema y que lo va a abordar no muy enérgicamente: el matrimonio catalán que se va a realizar entre Ramón Berenguer IV y Petronila. 


B) LA UNIÓN CATALANOARAGONESA Y LA RUPTURA DE NAVARRA CON CASTILLA:
A fines del año 1136 nació Petronila, hija de Ramiro II el Monje e Inés de Poitiers. Esto cambió las relaciones castellano-aragonesas, porque técnicamente Petronila heredaría Cataluña y Aragón. 
El Emperador y Ramiro II el Monje se reconciliaron, acordando el matrimonio de la recién nacida Petronila con el primogénito de Castilla Sancho III. Concertado el matrimonio entre Castilla y Aragón, el emperador concedió entonces la investidura del reino de Zaragoza a Ramiro II el Monje de Aragón, recibiendo por ello el homenaje correspondiente. 
Esto como es lógico, provocó una ruptura entre Alfonso VII el Emperador y el rey García Ramírez el Restaurador de Navarra, que había sido el principal beneficiario del reino de Zaragoza. Se estaba quitando y despojando de Zaragoza al reino Navarra, para darlo a Aragón. ¿Podía romper los lazos de vasallaje el navarro con su señor Alfonso VII? Se produjo una ruptura en las relaciones por parte de García Ramírez el Restaurador, y era una ruptura lícita desde el punto de vista feudal, puesto que al navarro se le privaba sin causa de un beneficio otorgado, se le privaba de Zaragoza. A partir de 1136 el rey navarro deja de prestarle vasallaje, al igual que ya pasaba con el portugués Alfonso Enrique. El navarro García Ramírez el Restaurador de Navarra empezó a hostigar la frontera castellana en venganza.
García Ramírez el Restaurador  de Pamplona - Imagen de dominio público
En fin, como se puede apreciar todavía discutían sobre los derechos y herencias en Navarra, Aragón y Castilla. Para zanjar el tema, y apaciguar los conflictos entre los reinos cristianos, se produjo la intervención del papa de Roma, El Papa va a buscar proteger y beneficiar a Aragón, puesto que era el reino predilecto, el más fiel de sus vasallos.
Se envió entonces un legado pontificio, el cardenal Guido, que portaba, según Roma, la fórmula definitiva para resolver la herencia de El Batallador. 
El instrumento elegido para resolver este conflicto, fue el conde de Barcelona: Ramón Berenguer IV, porque además de conde de Barcelona, era templario y además cuñado y vasallo del emperador. Según Roma, nadie más era más indicado para ser el depositario de los derechos de las órdenes militares en Aragón. Como las órdenes militares eran las herederas de Aragón según el testamento de El Batallador, se cumpliría el testamento si este conde, Ramón Berenguer IV quien era templario, se avenía a contraer matrimonio con Petronila, y por tanto obtendría el reino de Aragón un templario. 
Esto lógicamente, de aceptarse, suponía renunciar al previsto matrimonio entre Sancho III el Deseado, y Petronila de Aragón, el que se concertó en 1136. Curiosamente Alfonso VII el Emperador aceptó el plan de Roma, deshaciendo el matrimonio de su hijo con Petronila. 

Así, aceptado el plan romano por el Emperador, el 11 de agosto de 1137 contraían matrimonio Petronila con Ramón Berenguer IV. No obstante la gran diferencia de edad entre los contrayentes, puesto que Ramón Berenguer IV tenía 20 años y Petronila de Aragón solo 1 año, retrasaría el dar hijos herederos por el momento. El matrimonio se celebró en Barbastro, transmitiendo Petronila la potestad regia de Aragón al conde de Barcelona. Celebrado este matrimonio planeado por Roma en calidad de señor feudal de Aragón, Ramiro II el Monje, el 13 de noviembre, depositó en manos de su yerno Ramón Berenguer IV, la corona de Aragón, y a continuación ingresó en el claustro de San Pedro el viejo de Huesca. 
De ese modo este clérigo había salvado la monarquía aragonesa, aunque no había salvado la dinastía aragonesa, porque queda implantada en Aragón la dinastía de Wifredo el Velloso, la de los condes de Barcelona. Ramón Berenguer IV, no quiso usar el título de rey, aunque lo era, sino el de Princeps et Dominator Aragoniae. A continuación Ramón Berenguer IV visitó a su cuñado el Emperador en Carrión de los Condes, y le prestó de nuevo homenaje por el reino de Zaragoza, ofreciéndole como era de rigor en los homenajes auxilium et concilium, pero específicamente contra el rey de navarra García Ramírez el Restaurador de Navarra, hasta obligarle a hacer la paz, y renunciar al reino de Zaragoza. 

Este hecho, estos juramentos entre el Emperador y Ramón Berenguer IV, son importantes: cerraban a Navarra las fronteras y la posibilidad de expansionarse por las zonas del islam hacia el sur. Navarra ya quedará para siempre encerrada entre dos reinos.


C) PORTUGAL: DE CONDADO A REINO
De 1128 a 1137 van a ser los años en los cuales se produzca la independencia. Alfonso Enrique, el hijo de Teresa, quería ser rey, pero no tenía derecho a serlo porque su padre Enrique de Borgoña había sido un simple conde, y su madre no poseía un regnum, sino el condado de Portugal. 
Teóricamente ni siquiera era conde, porque su madre era hija de rey, pero el mando lo ejercía un comitatus. 
Alfonso Enrique se había rebelado contra su madre, y contra Alfonso VII, incurriendo en felonía. Por otra parte, el título de rex en la Edad Media no implicaba ser independiente, de hecho el Emperador Alfonso VII tenía reyes vasallos, como el rey García Ramírez el Restaurador de Navarra o el propio rey de Aragón Ramiro II por el reino de Zaragoza. El título de rex solo hacía referencia a la posición de un regnum. También podía llevarlo su esposa, y denominarse regina, y también sus hijos y llamarse reges. 

Así se explica, que Alfonso VII no tuviese problemas con la ambición de su primo de querer ser rey, el no tenía ningún problema en que fuese rey, pero lo que nunca aceptó Alfonso VII ni el derecho feudal de la época, que un rebelde o felón llegara a ser rey. Estaba obligado Alfonso Enrique, aún titulándose rex, a prestar auxilium et concilium. 

Golpe de Estado e Incursiones: Alfonso Enrique de Portugal se mostró sumamente inquieto, influenciado por sus nobles que lo apartaron de su madre, dio un golpe de estado. Las principales fechas de los principales acontecimientos son las siguientes:
  • En 1127: a despecho del homenaje prestado al emperador en 1127, realizó dos incursiones militares en Galicia que terminaron en sendas derrotas infligidas por los fieles del emperador. Luego, aprovechando los disturbios entre el emperador y el rey de Navarra, se apoderó de la localidad de Tuy (derecha del río Miño, era frontera ya). 
  • En 1137: nuevamente vencido Alfonso Enrique, aceptó un acuerdo el 4 de Julio de 1137, por el cual prometía fidelidad, auxilio, y consejo al emperador, abandonando entonces Galicia. Pero pronto se reanudaron de nuevos las hostilidades. 
  • En 1139-1140: cuando se venía intitulando Rex, de nuevo invadió Galicia, en tanto que el Emperador replicó entrando en Portugal, se estableció tregua en 1140. 
  • En 1143: no pudo ser negociado un acuerdo de paz. Intervino entonces un cardenal, un legado pontificio, Guido da Vico, logrando una entrevista entre los dos primos en Zamora. El texto de este tratado, se ha perdido.
Al parecer, en el tratado firmado en Zamora se llegó al siguiente acuerdo:

  1. El emperador concedía a Alfonso Enrique el título de rex, pero en las mismas condiciones que a los demás reyes de Iberia, prestando vasallaje al emperador. 
  2. Al mismo tiempo en ese tratado se fijaban los límites entre Portugal y Galicia. No se hablaba de independencia de Portugal, pero si un paso enorme en esa dirección, porque al delimitar Portugal estaban marcando unas fronteras. 
Tras este tratado Alfonso Enrique quiso conseguir el reconocimiento formal del papa para su título de rex, como el título de regnum para Portugal. Para ello, a la manera feudal, encomendó Portugal a la santa sede, y se declaró por sí y por sus sucesores, vasallo ligio del Papa (exclusivo a ese señor), prometiendo pagar anualmente un tributo de 4 onzas de oro al Papa en señal de sumisión. 

Esta sumisión feudal ligia era un acto de felonía contra su señor real, que era el Alfonso VII el Emperador. Alfonso Enrique no tenía derecho a disponer de Portugal para encomendarlo a Roma como si fuese un territorio alodial (libre de carga y derecho señorial), esto lo sabían todos. Así lo cuestionaron los embajadores leoneses ante el papa, le hicieron ver que era un acto de felonía. 
Alfonso VII el Emperador era el “hijo” favorito del papa, porque le había concedido la rosa de oro (distinción que se hacía a los príncipes cristianos). Por tanto, aunque el papa elogió al portugués por su vasallaje, y le aceptó el tributo (quedaba bajo protección del papa), el papa Lucio II lo llamó e intituló solo como “Dux Portucalensis”, nunca rex, y a Portugal lo denominaba el papado en sus tratados como “Terra Portucalense”, nunca Regnum
No lo reconoció ni como rey ni al reino, solo le reconoció el vasallaje, pero No ligio. 

La independencia final viene cuando los reyes de Portugal, tras 35 años de insistencia al papa, consiguen modificar esta disposición pontificia, y que al final le reconociese como rey y reino. Este reconocimiento le costó a Portugal conceder grandes privilegios a la Iglesia, como pagar 4 veces más oro de tributo anual, y entregar una fuerte suma de dinero por adelantado. Solo a ese precio, en 1179 el papa Alejandro III, reconoció a Alfonso como rex y a Portugal como regnum

Alfonso Enrique, una vez ganó su independencia de facto (la independencia reconocida de iure es en 1179) a raíz de la disposición papal de Lucio II, no defraudó en su avance contra los musulmanes, y aunque no dispuso de grandes huestes, ni de ejércitos muy modernizados, dio brillantes golpes de mano a los andalusíes. 
En 1147, saliendo de Coimbra con una pequeña tropa, logró tomar al asalto Santarem (en el río Tajo), en una matanza. Alfonso Enrique sabía que no podía hacer un asedio porque no tenía tropas para ello, por lo que se lanzó al asalto, mucho más arriesgado, pero triunfó.
Murallas de Santarem
(Autor foto: Concierge.2C Fuente: wikipedia)
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Semanas más tarde, en ese mismo año, se lanzó a por Lisboa, pero esta vez fue con ayuda extranjera, ya que una flota de cruzados con destino a Tierra Santa (Jerusalén), con alemanes, ingleses, flamencos y normandos, arrivó forzosamente en O Porto. Entonces, el obispo de O Porto, y el arzobispo de Braga, les convencieron a los cruzados, para que en vez de ir a Jerusalén, intentaran conquistar Lisboa en unión con los portugueses, ya que al haber aquí musulmanes también sería considerado guerra santa. Además el rey Alfonso Enrique empeñó su palabra: prometía que si tomaban la ciudad les entregaría el botín, y además lo que obtuviesen por el rescate de los prisioneros. Los extranjeros aceptaron. El cerco a Lisboa iba a ser largo, pero los cruzados para adelantar el asedio, construyeron torres de madera para luego acercarlas contra los muros, trepar por ellos, y tomar la ciudad al asalto (como se hizo en Jerusalén). Así se hizo, y los cruzados se apoderaron de Lisboa, gracias a que además los defensores musulmanes estaban debilitados por el hambre del cerco. Lisboa capituló el 24 de octubre de 1147. Portugal, en ese año ya había alcanzado y consolidado la frontera en la línea del Tajo gracias a estas conquistas militares.


D) LA LUCHA DE ALFONSO VII CONTRA LOS MUSULMANES ALMOHADES:
Por su parte, el emperador Alfonso VII, atendió a los requerimientos de los genoveses y los pisanos que estaban molestos por los continuos ataques piratas que les asaltaban procedentes de las Islas Baleares y Almería. Estos ataques obstaculizaban la navegación y el comercio en el Mediterráneo occidental, por lo que genoveses y pisanos estaban dispuestos a colaborar con sus naves si el Emperador accedía a sus ruegos: conquistar ambos territorios. El Emperador decidió satisfacerles, organizando una expedición imperial en la que irían:

  • Las naves italianas. 
  • Intervendrían de los ejércitos terrestres de Ramón Berenguer IV. 
  • Intervención del ejército de García Ramírez el Restaurador de Navarra. 
  • Colaboración de los condes ultrapirenaicos como Guillermo de Montpelier. 
Todos ellos vendrían a tomar Almería en calidad de vasallos de el Emperador. El único que no asistió fue Alfonso Enrique que estaba sitiando Lisboa. Esto responde a las apetencias de Castilla de tener una salida al Mediterráneo, el mar más importante en aquella época.

Los almohades, acababan de invadir la península, y rápidamente se habían adueñado de Sevilla, donde colocarían su capital del norte. Estos avances tan poderosos de los Almohades, no impidieron al emperador adueñarse de Almería en el año 1147, el 17 de octubre. Seis días de la rendición de Lisboa. Además ese mismo año, el 31 de diciembre, el conde rey Ramón Berenguer IV, con las mismas tropas que habían asistido a Almería, conquistaba la ciudad de Tortosa en el delta del Ebro, y después el asedio y toma de Lérida, Fraga y Mequinenza (esta última en 1149), en el mismo curso del Ebro, ultimándose la reconquista de Cataluña.

Así pues, quien se beneficia y saca más provecho a la expansión sobre los musulmanes vuelve a ser Ramón Berenguer IV, que con ayuda de la flota italiana y el Emperador, consigue ultimar la conquista de Cataluña. A partir de ahora, la corona catalanoaragonesa por la ultimación del territorio catalán, se va a transformar en una potencia peninsular muy respetada, discutiendo la hegemonía a Castilla-León. 


E) EL TRATADO DE TUDILLÉN Y LA POSTERIOR MUERTE DE ALFONSO VII:
Muerte de García Ramírez el Restaurador en 1150. A este rey le sucede Sancho IV el Sabio de Navarra (1150-1194). Ahora el Emperador y Berenguer IV decidieron repartirse Navarra, como ya había ocurrido en el pasado, y anexionarlo a Castilla y Aragón. Ambos celebraron cerca de Fitero (el hito de los 3 reinos) una entrevista en Tudillén (localizado en las inmediaciones de Tudela, en Navarra, también llamado Tudilén o Tudijén). En el acuerdo firmado el 27 de enero de 1151 casi todo eran ganancias para Ramón Berenguer IV:

  • Castilla y León – Alfonso VII: la ribera de Navarra, anexionada a La Rioja, se reconocía como territorio castellano.
  • Aragón y Barcelona con Ramón Berenguer IV se quedaría la cuenca de Pamplona, más el derecho para él y sus sucesores de conquistar los reinos levantinos de Valencia, Denia y Murcia.
  • Obtenía además Ramón Berenguer IV, que Blanca de Navarra, prometida al primogénito del Emperador (Sancho III el deseado), sería alejada de la corte castellana si así se lo pedía el catalán. 
Pese al tratado, tres días después, en la catedral de Calahorra se celebraba el matrimonio de Sancho III el Deseado de Castilla (rey de la Rioja para empezar a ejercitarse en gobierno) con Blanca de Navarra, de cuya unión habría de nacer el famoso Alfonso VIII el Noble. Este hecho dio al traste con los acuerdos del tratado. Por este acto, el rey de Navarra entraba en el vasallaje del Emperador, y así, surgían los recelos entre Castilla y Aragón, y las relaciones de Castilla con Navarra se estrechaban aún más. 

El 2 de junio de 1153, estando en Soria, Alfonso VII el Emperador armaba caballero al rey de Navarra, Sancho IV el Sabio de Navarra (que había entregado a su hermana Blanca en matrimonio) y le daba a su vez su hija en matrimonio. Era evidente pues, que frente a Portugal y Aragón, el emperador buscaba compensaciones y equilibrios. Temía Alfonso VII a su cuñado Ramón Berenguer IV, por el gran poder que adquiría y por las grandes exigencias que demandaba. La autoridad del Emperador cada vez disminuía más, y esa autoridad cada vez se transformaba en una primacía dentro del solar peninsular que tenía más de honor que de eficacia. Tras este tratado de Tudillén, nada volvería a ser igual. Castilla perdería la hegemonía peninsular en favor de Aragón.

Respecto a la muerte de Alfonso VII se produjo en el marco de las guerras contra los almohades. Luchó por mantener sus posiciones andaluzas, y por mantener el difícil camino que unía Almería con la retaguardia (Meseta). Recordemos que se había conquistado Almería en el 1147, y esta ciudad andaluza era una isla del cristianismo rodeada de territorios musulmanes. La invasión almohade no cesaba en estos momentos, y de hecho, tras someter en 1154 Málaga, y Granada un año después, prepararon durante varios meses una expedición contra Almería para recuperarla para el islam. En 1157 Almería era sitiada por los almohades. La guarnición cristiana se refugió en la alcazaba, pidiendo ayuda a Alfonso VII. Alfonso VII acudió en socorro, pero murió el 21 de agosto de 1157 cerca de Despeñaperros, cuando iba en auxilio. Fue el primer monarca enterrado en la catedral de Toledo. 

Tras su muerte, es cierto que podía haber legado el Imperio, pero tras la independencia de Portugal y la unión catalanoaragonesa, pensar en una unión de los cristianos era pura utopía. Para colmo, Alfonso VII dividió los reinos y los repartió entre sus dos hijos, dando: 

  • Al primogénito, Sancho III el Deseado, Castilla y Toledo. 
  • Al segundogénito, Fernando II, le dio el reino de León y el reino de Galicia con Asturias. 
El imperio se esfumaba para dar paso a la España de los 5 reinos. Con la decisión de Alfonso VII se volvía a la fragmentación entre León y Castilla. Los reinos más poderosos tras la muerte de Alfonso VII van a ser Portugal y la corona de Aragón.

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